Las esperas de jabalí siempre tienen ese punto de incertidumbre que las hace especiales. Nunca sabes qué va a pasar, cuánto habrá que esperar o si se presentará la oportunidad perfecta. Y esta noche no fue la excepción.
Después de varias horas de paciencia y silencio absoluto, por fin apareció un jabalí. La situación no era la más fácil: poca visibilidad, un ángulo complicado y la presión de hacer un disparo certero. Pero, tras unos segundos que parecieron eternos, solté el disparo… ¡y ahí empezó la verdadera emoción! 🎯💥
El jabalí no cayó en el sitio, así que tuvimos que hacer un pequeño pisteo para dar con él. La adrenalina se mantuvo alta mientras seguíamos el rastro con cautela, sin perder detalle de cada pista en el suelo. Finalmente, logramos encontrarlo, cerrando así una espera que tuvo de todo: paciencia, emoción, dificultad y, sobre todo, una gran satisfacción al final.
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